El potencial minero de la Argentina es incalculable y los últimos gobiernos apostaron a ese sector como un atajo para conseguir los dólares que le faltan a la economía. Fue la gran ilusión de la gestión de Alberto Fernández y ahora también de Javir Milei que diseño el RIGI, básicamente para las mineras. Pero como reveló LPO, las inversiones no pasan del plano de los anuncios, pese a las enormes ventajas impositivas. ¿Por qué ocurre esto?
Por primera vez, un jugador clave del sector minero se atrevió a decirlo sin vueltas: «Con el RIGI no alcanza. La inversión en Argentina es mucho más compleja que hacerla en Chile. Entonces, el inversor entre ir a Chile que ya tiene la infraestructura o venir a Argentina que tiene que construir las rutas y su propia línea eléctrica, va a tomar la decisión de ir a un país donde eso ya está».
El balde de agua fría corresponde a Marcelo Alvarez, nada menos que el director para Latinoamérica de Barrick Gold, la minera de oro más grande del mundo, que opera la mina Veladero en San Juan.
Los políticos argentinos suelen repetir como loros que Argentina comparte la cordillera con Chile y del otro lado se extrae cobre por USD 50 mil millones y acá más de diez veces menos. Y ahí se quedan.
Alvarez tuvo el tino de explicar porque ocurre esto. La Argentina esta años luz de lograr el nivel de competitividad de la minería chilena, un recorrido donde la curva de aprendizaje fue financiada en su totalidad por el Estado. De hecho, el grueso de la explotación del cobre en Chile nunca se privatizó, ni aún en los años de neoliberalismo extremo de Pinochet. El gobierno sigue controlando ese recurso estratégico -del que vive Chile- a través de la Corporación Nacional del Cobre (Codelco).
Las reservas de cobre en Argentina se estiman en 1.033 millones de toneladas, lo que equivale al 40% de las reservas mundiales de cobre. La minera australiana BHP y la canadiense Lundin Mining, acaban de anunciar que detectaron en San Juan el mayor descubrimiento de cobre de los últimos 30 años en el mundo. Sin embargo, el país sigue sin explotar este mineral, que se volvió crítico en la economía global.
Como sea, las definiciones de Alvarez pusieron paños fríos sobre la euforia inversora. Tal como contó LPO, para la literatura libertaria es un dato muy doloroso que no se produzcan las inversiones, incluso en sectores de alta rentabilidad como la minería, que se suponía iba a despegar con las enormes ventajas fiscales que le otorgó el RIGI.
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